Las nuevas tecnologías han cambiado completamente la forma de afrontar diferentes tareas, sumándose ahora la Inteligencia Artificial para facilitar en el ámbito del comercio internacional
Las anteriores revoluciones tecnológicas no estuvieron exentas de un gran revuelo social, casi siempre incitado por empresas y lobbies que no habían podido explotarlas como palanca competitiva. La máquina de vapor reestructuró la fuerza laboral en el campo y en la industria, y dejó anécdotas inolvidables como el hecho de que se promoviese la preocupación entre la población por viajar a velocidades que “el ciudadano medio no podría soportar de manera continuada”, pues los trenes de vapor superaban en unos pocos kilómetros por hora a los coches de caballos. La electricidad cambió totalmente los hábitos nocturnos de la población. Internet y las redes sociales nos tienen aún sumidos en un tiovivo de sensaciones positivas y negativas, pero puede que la modesta calculadora sea la tecnología que viaje más en paralelo a la IA en cuanto al reto social que vamos a afrontar en los próximos 5 o 10 años.
La irrupción de la Inteligencia Artificial no constituye simplemente una evolución tecnológica, sino una verdadera revolución económica con profundas implicaciones para el comercio internacional. Si bien hasta hace poco la IA se limitaba a aplicaciones técnicas en sectores específicos como las operaciones bursátiles de alta frecuencia, la emergencia de modelos generativos avanzados como los modelos de lenguaje (LLMs) está marcando una transición radical. Estos algoritmos ya no se limitan a ejecutar operaciones financieras en fracciones de segundo, sino que ahora son capaces de analizar discursos, opiniones y tendencias en redes sociales para anticipar decisiones estratégicas, generando así un nuevo paradigma en la inteligencia económica y financiera.
No me canso de escuchar en foros, eventos y conferencias a expertos y profesionales repitiendo enérgicamente las palabras competitividad, eficiencia e IA. Argumentando que la IA va a automatizar procesos y a hacer esas tareas repetitivas y tediosas que desde hace décadas han recaído en los niveles más bajos de las organizaciones, liberando así tiempo y talento para actividades de mayor valor añadido. Lo oímos en el ámbito legal, en el de los recursos humanos, en departamentos de calidad…y la lista continúa. Y sí, estoy totalmente de acuerdo. Lo que sin embargo se expresa con un susurro es una preocupación más profunda: ¿cómo se van a formar los grandes profesionales si eliminamos ese aprendizaje que nace de hacer, una y otra vez, las tareas básicas? ¿Cómo se construye el criterio sin haber pasado por las famosas 10.000 horas? ¿De dónde saldrán los líderes si no han sido antes pasantes, traders, analistas junior…? Y este es el mismo debate que trajo el permitir las calculadoras en los entornos educativos. ¿Son los ingenieros actuales peores que los de hace algunas décadas porque no tuvieron que hacer sus cálculos a mano en el colegio y la universidad? ¿Podríamos haber construido el Burj Khalifa, con sus 830 metros de altura, sin multitud de herramientas informáticas para cálculo de esfuerzo de materiales o para trabajar en planos de forma colaborativa entre grandes equipos?
Hace poco, intenté con una amiga hacer unas cuantas operaciones matemáticas a mano por el puro placer de criticar a las nuevas generaciones. Y para nuestra vergüenza acabamos atascados en las divisiones con decimales. Youtube nos sacó del apuro, aunque bien podríamos haber preguntado a ChatGPT. Lo revelador no fue el fallo, sino darnos cuenta de que llevábamos décadas sin necesitar hacer operaciones a mano en nuestro día a día profesional. Sin embargo, estamos todos de acuerdo en que en la enseñanza básica debemos adquirir esos conocimientos.
La calculadora fue imparable, pero debemos aprender a contar primero. La IA es también imparable, pero debemos aprender a pensar, razonar y sintetizar primero por nosotros mismos.
Pensar, comunicarse y la realidad
La irrupción de la IA generativa nos ha hecho olvidarnos de que llevamos utilizando la IA de manera masiva desde hace un par de décadas, principalmente en modelos predictivos. Las infraestructuras de Big Data han hecho que sean modelos cada vez más grandes y potentes con una mayor cantidad de datos. El IoT (Internet of Things) y las nuevas redes de comunicación (fibra y 5G) han posibilitado la toma de datos en tiempo real, pero llevamos muchos años avanzando por ese camino. En paralelo, la tecnología blockchain ha introducido niveles inéditos de seguridad y confiabilidad a cualquier sistema transaccional, incluso manteniendo el anonimato si se le exige por diseño.
Hasta ahora ninguna de estas tecnologías parecía una amenaza para el irreemplazable intelecto humano. Sin embargo, esto está cambiando. Hoy tenemos varias ramas de la IA que se atreven a retar nuestra capacidad de razonar, con modelos que incluso se denominan como “cadena de pensamiento”, y a nuestra creatividad a la hora de escribir, generar fotografías, videos o música. ¿Están cerca de eso que llaman IAG (Inteligencia Artificial General)? Probablemente esta generación de tecnologías no sea capaz de llegar tan lejos, aunque es sorprendente que un modelo predictivo de la siguiente palabra pueda ser tan versátil como lo es ChatGPT. O que un modelo que “quita ruido” de una imagen, cree obras tan bellas como hace Midjourney.
Dejemos, por ahora, las tareas de razonamiento complejo en manos humanas. Lo cierto es que hay muchas tareas que la IA está demostrando que no requieren de una enorme capacidad de razonamiento y en las que puede ser una enorme palanca de transformación y eficiencia.
Gestión documental y toma de datos sin errores
La integración de la IA en el comercio internacional está posibilitando una optimización sin precedentes en las operaciones comerciales. Gigantes como Alibaba, DHL y Maersk ya utilizan IA para gestionar de manera más eficiente sus cadenas de suministro, predecir con precisión las fluctuaciones de la demanda y optimizar rutas logísticas. Gracias a algoritmos predictivos avanzados, estas compañías han logrado disminuir considerablemente sus costes logísticos, minimizar errores humanos y acelerar sustancialmente los procesos aduaneros mediante la automatización del procesamiento documental.
La IA también está revolucionando el ámbito financiero del comercio internacional mediante sistemas inteligentes que combinan algoritmos predictivos con tecnología blockchain. Optimiza la evaluación de riesgos crediticios y agiliza la gestión documental en procesos financieros, generando un entorno comercial más transparente, ágil y accesible, especialmente valioso para pequeñas y medianas empresas.
24/7 “Todo a la vez en todas partes”
La personalización de estrategias de marketing y la superación automática de barreras lingüísticas y culturales están ampliando enormemente las oportunidades comerciales a nivel global. Gracias a la IA, incluso las empresas de menor tamaño pueden competir eficazmente en mercados internacionales que antes les resultaban inaccesibles.
Sistemas de traducción simultánea poniéndole emoción a la voz como el que ha lanzado Google para su herramienta de videoconferencias o herramientas de creación de avatares virtuales que gesticulan y le ponen cara a la IA como las de Heygen, desbloquean muchas de las actuales barreras para la venta internacional y atención al cliente. Estas herramientas no son una innovación por venir, sino que son ya en la actualidad productos comerciales.
El bajo coste de estas soluciones y su facilidad de acceso potencian que las buenas ideas y los buenos servicios tengan penetración en mercados a los que hasta ahora era imposible acceder sin estructura local en el país o región. Como extra, estas IAs sabrán atender y tomar pedidos de cualquier perfil socioeconómico de cliente, a cualquier hora y día del año y en cualquier idioma. No estamos hablando de una impersonal APP, sino de una conversación fluida en lenguaje natural impulsada por esta tecnología.
Made in Human
Han sido muy criticadas las fotos y vídeos de famosos y personas ilustres en situaciones inverosímiles generadas por IA. Afortunadamente, estas tecnologías de IA generativa aún son fácilmente detectables y no generan demasiado daño reputacional. Sin embargo, es probable que en los próximos años nos enfrentemos a un escenario en el que ver un video de un primer plano de una persona haciendo algo no sea garantía de que eso haya ocurrido.
Por otro lado, la posibilidad de generar contenido de manera centralizada con enormes capacidades de personalización a mercados locales y a bajos costes será algo que las empresas, grandes y pequeñas no podrán ignorar. Y el hecho de que la persona que ves en un anuncio, que te resuelve unas dudas por videoconferencia o te toma un pedido por teléfono, no sea una ser humano real es algo que generará cada vez menos rechazo en el público en general, ya que alcanzaremos altísimas cotas de satisfacción de cliente con estos sistemas, debido al bajo índice de errores y la alta velocidad de gestión.
Riesgos y marco regulatorio eficaz
Esta revolución tecnológica no está exenta de riesgos significativos. Entre ellos, destacan la posible vulneración de la privacidad por el manejo masivo de datos personales, la existencia de sesgos en los datos utilizados para entrenar algoritmos, y la complejidad técnica intrínseca de estas tecnologías, lo que podría generar reticencia y preocupación pública. Además, la diversidad y fragmentación regulatoria a nivel internacional complica el panorama y podría limitar las ventajas potenciales del comercio basado en IA.
Para abordar estos desafíos es indispensable desarrollar un marco regulatorio internacional coherente y equilibrado que promueva simultáneamente la innovación y la responsabilidad. Organizaciones como la OMC y la OCDE han resaltado la importancia de fomentar flujos de datos transfronterizos que sean seguros y transparentes, evitando así una fragmentación regulatoria que afecte negativamente la adopción de estas tecnologías.
En este sentido, los acuerdos comerciales regionales ya comienzan a integrar normas específicas para gobernar el uso ético y responsable de la IA, abordando temas clave como la privacidad, la protección de datos personales y la propiedad intelectual. Estos marcos regulatorios son esenciales para garantizar la convergencia internacional y promover una adopción segura y efectiva de la IA. Sin embargo, el ejemplo de la UE no está siendo el más positivo, siendo muy proteccionista, y teniendo efectos perniciosos en cuanto a la implantación y desarrollo de empresas relacionadas con la IA. Incluso llegando a retrasar o impedir la llegada de ciertos productos y servicios de las grandes tecnológicas al mercado europeo.
Sin duda, la IA representa una transformación profunda del comercio internacional con un potencial disruptivo excepcional, ofreciendo una optimización nunca vista de las operaciones comerciales, mayor accesibilidad financiera y apertura de nuevos mercados. Esta revolución se refleja especialmente en la evolución de sectores como los call centers, tradicionalmente situados en regiones como América Latina por sus menores costes laborales. Actualmente, muchos de estos servicios están migrando hacia modelos virtuales impulsados por agentes de IA, capaces de gestionar eficientemente interacciones complejas, reducir costes operativos y mantener una alta calidad en la atención al cliente mediante sistemas avanzados de procesamiento del lenguaje natural.
Asimismo, las operaciones marítimas internacionales están siendo radicalmente transformadas por la IA, que automatiza procesos clave como la predicción de demanda, optimización de rutas marítimas, gestión logística y agilización de trámites aduaneros. Esto no solo reduce tiempos y costes logísticos, sino que también incrementa la precisión y fiabilidad en la gestión de inventarios y embarques, beneficiando especialmente a empresas globales como Maersk o DHL, que ya aplican estas tecnologías con éxito.
De igual forma, la IA está impactando profundamente en la operativa financiera internacional, especialmente en ámbitos complejos como la compra de derivados financieros. La automatización impulsada por algoritmos inteligentes permite análisis predictivos sofisticados, optimización en tiempo real de decisiones financieras y gestión dinámica del riesgo, ampliando las oportunidades de inversión y reduciendo considerablemente las barreras de entrada para nuevos participantes en los mercados globales.
En definitiva, la integración de la IA en estos sectores clave ilustra su capacidad para transformar profundamente el panorama del comercio internacional, ofreciendo eficiencia, precisión y nuevas oportunidades de negocio a escala global.
No obstante, su implantación efectiva requiere superar importantes desafíos éticos, tecnológicos y regulatorios mediante una coordinación internacional eficaz y una regulación inteligente y flexible. El éxito del comercio internacional en la era de la IA dependerá de nuestra capacidad para gestionar adecuadamente sus riesgos y aprovechar plenamente sus oportunidades.

Artículo publicado el 19/06/2025