IMSM. NORMALIZAR EN TIEMPOS EXTRAORDINARIOS
Los estándares ISO han sido la clave durante la pandemia y también durante su recuperación.
Ya se ha dicho mucho durante esta pandemia, que el COVID-19 ha puesto de manifiesto nuestra capacidad de resistencia, y de resiliencia como seres humanos cuando se presentan grandes adversidades que afrontar.
Un actor clave en todo este proceso dentro de las empresas ha sido la normalización, la implementación de estándares, buenas prácticas y sistemas de mejora continua, han funcionado como un sistema bien engranado en la empresa pública y privada. Durante los peores meses de la pandemia, fueron más de 55.000 las descargas de documentos normativos acerca de los procesos para la realización de material sanitario de primera necesidad. Al mismo tiempo, varias asociaciones empresariales con las administraciones públicas trabajaron juntas para crear normas de gestión empresarial, de calidad y seguridad de los productos para reducir riesgos frente al coronavirus.
Se estima que las normas aportan un valor en torno al 5% de las ventas de las empresas; los estándares, además, son la hoja de ruta para empresas y administraciones; representan el acuerdo global de la sociedad para encontrar y definir las mejores prácticas, proporcionan directrices claras y aportan seguridad y confianza. Las normas se basan en la transparencia, la cercanía y la colaboración. Además, son fruto del consenso del mercado y buscan mejorar la competitividad de las empresas y afrontar los grandes retos que tenemos por delante: la transición ecológica, la transformación digital, la innovación, las exportaciones o los ODS, entre otros.
Estos desafíos requieren una sólida base de normalización para poder afrontarlos. Para mirar al futuro conviene no caminar a ciegas y ser críticos con el pasado. Las normas técnicas llevan más de cien años acompañando a la sociedad y a las empresas en sus grandes desafíos y, sin duda, serán más necesarias que nunca para responder a una economía cada vez más global.
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