En un entorno empresarial en constante cambio y con múltiples amenazas, las empresas familiares deben prestar especial atención a su gobernanza. En momentos de crisis, una buena gobernanza nos ayuda a mantener nuestro compromiso, a tomar decisiones óptimas y a proteger nuestro futuro. Tenemos que movilizar todos los activos que tenemos – y el principal es la familia.
A lo largo de su historia, una familia empresaria debe enfrentarse a un sinfín de momentos y decisiones clave. La empresa crece, el contexto cambia, la economía evoluciona y familia y sociedad se transforman. Todo ello mientras se suceden generaciones al mando de la empresa y mientras nos vemos sometidos a todo tipo de shocks externos.
Existir como familia empresaria y mantenerse en juego implica pasar por momentos difíciles, en los que realmente nos vamos a poner a prueba y en los que tenemos que defender tanto nuestra capacidad de creación de riqueza como la cohesión de la familia y mantener el compromiso.
Hoy, la crisis energética, la inflación, los efectos a largo plazo de la pandemia, la incomprensión de la sociedad y la crisis de vocaciones empresariales son algunas de las amenazas a las que nos enfrentamos. Recientemente, CEOE anunció que han contabilizado la desaparición de 16.000 empresas desde principios del año. Estos números se suman a las igualmente malas cifras de 2022 y dan cuenta de lo delicada que es la situación que atravesamos.
No se puede negar la realidad, pero como empresarios estamos obligados a mantener la mirada en nuestros objetivos a largo plazo y no dejarnos hundir por el cúmulo de noticias negativas. Las familias empresarias tenemos un fuerte sentido de la historia y podemos mirar atrás para encontrar inspiración en aquellos que enfrentaron momentos tanto o más difíciles que el actual. Poseemos más recursos, experiencia y conocimiento que nunca; tenemos que movilizar estos activos y seguir avanzando.
Uno de los aprendizajes clave que más nos favorece es lo relativo a la gobernanza de la empresa familiar. En los momentos de crisis se producen enormes tensiones tanto económicas como interpersonales en la familia y aparecen decisiones cruciales de las que depende nuestro futuro.
La empresa nació y se consolidó gracias al empuje de una figura fundadora; ahora, por fortuna, tenemos una mejor comprensión – tanto de la complejidad, como de la fuerza – de una familia empresaria y de cómo nos podemos apalancar en este conocimiento para fortalecernos en un momento de crisis.
Para ser capaces de aprovechar este potencial, de contar con todo el capital humano, de armonizar intereses, de saldar disputas y de garantizarnos una toma racional y compartida de decisiones; necesitamos un buen sistema de gobernanza. Esto es, un conjunto de estrategias, políticas y restricciones, procedimientos y comportamientos que nos mantengan cohesionados mientras operamos con agilidad en un contexto difícil para asegurar el crecimiento y la continuidad transgeneracional de nuestras empresas.
Seguiremos desarrollando este tema en futuras entradas, en éste mismo blog y en una serie de jornadas en el Foro de la Empresa Familiar del Club Cámara. Contaremos con asesores y con familias empresarias que nos hablen de su experiencia, de sus criterios y de sus logros. Todo ello en un ambiente de foro y de confianza, que permita momentos de aprendizaje mutuo.