En el último año el mercado de la energía se ha vuelto loco, llevando los precios de la electricidad y el gas a ser extremadamente volátiles y fuera de control.
Las tensiones geopolíticas, la dependencia de suministros extranjeros, las variaciones extraordinarias de la oferta y la demanda y el cambio climático han influido fuertemente en el coste de la materia prima energética, haciendo casi imposible predecir su evolución y situando en el primer plano de la agenda el tema del preocupante gasto energético para muchas empresas y familias.
La mayor parte del gas necesario para cubrir las necesidades de España se importa de otros países, entre ellos Rusia. En ese sentido, en enero de 2023 la demanda de gas de 34.237 GWh fue cubierta por gas procedente de Argelia (29%), Estados Unidos (25%), Nigeria (24%) y Rusia (22%). Esto sumado a las dificultades asociadas a la importación, gestión y distribución de gas natural licuado (GNL) y la crisis climática, que implica condiciones climáticas anómalas e impredecibles con las consiguientes variaciones en la demanda de materias primas, está en la base de la fuerte variaciones de precio a las que hemos asistido.
El problema no se refiere solo al gas. Aunque la electricidad no se vea afectada por el problema de las importaciones (el 85% de la demanda española se cubre con producción nacional) cerca del 50% de su producción se debe a las centrales termoeléctricas: su precio se ve, por tanto, influenciado también por el del gas natural.
Entonces, ¿Qué pueden hacer las empresas para ponerse a salvo y tratar de salir de la tormenta lo más ilesas posible? Hay dos componentes principales que componen el gasto energético: el precio de la materia prima (la energía), y el consumo. Es posible actuar sobre ambos factores, incluso en este difícil período.
En cuanto al precio de la materia prima, la actuación a realizar será sobre todo la de seguimiento de los mercados. Sobre el consumo existe la posibilidad de influir enormemente en el gasto energético total mediante un enfoque más activo, que tiene como objetivo la reducción de la energía utilizada para la obtención del mismo servicio prestado, a través de una mejora de la eficiencia energética.
En ese sentido, el primer paso fundamental es realizar – sistemáticamente – un diagnóstico energético (auditoría energética): se trata de un análisis completo y sobre todo continuo de la empresa. En definitiva, una práctica que debe convertirse en un hábito rutinario que permita a la empresa entender exactamente cómo y dónde se usa la energía y si existen desperdicios. Un preciso análisis periódico y recurrente permite identificar las ineficiencias presentes, crear estrategias correctivas ad hoc y monitorear la gestión energética y los resultados de eficiencia alcanzados.
Hay muchas posibles acciones correctoras dependiendo de las características específicas del lugar de consumo analizado, pero aquí nos gustaría centrar la atención en dos posibilidades interesantes: el uso de energías renovables y la pertenencia a comunidades energéticas.
Una de las formas de reducir el gasto energético es independizarse al máximo de la red de distribución, aprovechando las peculiaridades del entorno para autoproducir energía gracias a las renovables. Si bien es un objetivo ambicioso satisfacer todas las necesidades energéticas de un sitio de consumo exclusivamente con energía producida a partir de fuentes renovables. Esto combinado con buenas prácticas de gestión energética, permite en muchos casos reducir considerablemente el gasto energético anual.
En este sentido, les recordamos que la auditoría energética es obligatoria, cada cuatro años, para toda una serie de categorías de empresas, entre las que se incluyen, por ejemplo, las grandes. Incluso en este caso – incluso ante una elección obligada – la realización de una auditoría anual durante los cuatro años, en lugar de contemplar un único diagnóstico en el año obligatorio, permite una mejor gestión energética y un mejor control de los resultados obtenidos, ya que consigue dar forma a las soluciones en función de la evolución progresiva de la empresa, controlar el gasto energético de forma continua y distribuir las inversiones en un período de tiempo más largo. La empresa es un sujeto muy dinámico y ser rápido en las decisiones e intervenciones permite lograr importantes ahorros.
Por otro lado, para las empresas más pequeñas, merece una atención especial el tema de las comunidades energéticas. Se trata de asociaciones entre empresas, establecimientos comerciales y ciudadanos de una misma comunidad, que deciden unirse para construir juntos una planta de producción de energía a partir de fuentes renovables, con el objetivo de suministrar energía a sus miembros a un precio inferior al de la energía extraída de la red. Es una excelente forma de abaratar costes incluso para aquellas empresas que por sí solas no serían capaces de apoyar económicamente la construcción de un sistema de autoconsumo.
Pero ¿Qué hacer una vez que se ha reducido el consumo, especialmente cuando el mercado energético parece completamente fuera de control?
En este caso la consigna es: seguimiento, seguimiento y, de nuevo, seguimiento. Incluso en un período de gran volatilidad de precios como este es posible encontrar ventanas de tiempo favorables para actuar. No sólo para obtener un buen precio en términos absolutos, sino también para limitar los daños y permitir la planificación, también a efectos de presupuesto de empresa, del gasto energético.
Además, resulta fundamental realizar una correcta verificación de las facturas recibidas: la proliferación de nuevos componentes en la estructura del precio de la energía y la consiguiente complejidad cada vez mayor de las facturas hace necesario, además de la monitorización del mercado, la verificación y eventual corrección de las facturas para evitar el cobro de gastos indebidos.
Considerando la complejidad del tema, nos dedicaremos a profundizar la optimización del precio de compra de la energía en otro artículo.
Energika España es una compañía internacional de consultoría e ingeniería, activa en el mercado de la energía desde el año 1997. Se trata de una compañía independiente y autónoma de las comercializadoras y proveedores de tecnología, cuyo único objetivo es ayudar a las empresas para que consigan un ahorro económico en términos de costes energéticos, a través de la optimización del precio de compra de la energía y la optimización de los consumos.
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