Casa Alberto es una taberna centenaria, pletórica de remembranzas literarias, teatrales y taurinas, donde se degusta la excelente cocina madrileña tradicional. Se fundó en el año 1827, según consta en la placa colocada por el Ayuntamiento de Madrid en el suelo de la entrada al local. De aquel tiempo es el edificio actual, construido sobre otro anterior, de mediados del siglo XVI, que fue donde vivió D. Miguel de Cervantes.

La taberna estuvo regentada por segovianos, que se fueron sucediendo al frente del negocio entre familiares y conocidos. Las familias Sanz, Pesquera y de Dios procedían del norte de Segovia. A finales del siglo XIX, en Madrid tuvieron un gran dinamismo los cafés y los teatros. Abundaban los músicos callejeros, los traperos y las floristas. Muchos madrileños que visitaban el Museo del Prado (fue creado oficialmente en 1819) iban después a tomar algo al barrio.

En 1924 se consiguió que la taberna viviera varios años de esplendor. Gente ¿chic¿, paseantes y oficinistas disfrutaban con las nuevas y variadas tapas, como los arenques o el bacalao seco. El vermut se fue haciendo sitio poco a poco entre los madrileños como la bebida del aperitivo; era la bebida más frecuente el vino de Valdepeñas que venía en pellejos de vaca. Después, se pudo servir marisco y pescado gracias al ferrocarril que lo traía fresco a Madrid: almejas guisadas, ostras, cangrejos cocidos, anchoas, quisquillas.

Las vicisitudes de una taberna centenaria como Casa Alberto han ido parejas al paso del tiempo. Pero hay una preocupación constante en los distintos taberneros que la han regentado: mantener el sabor y cierto casticismo madrileño, adaptándose a las posibilidades y a las exigencias de los clientes.